¿Cómo motivamos a los más pequeños?

La motivación es una de las armas más potentes que tenemos para conseguir nuestros éxitos. Cómo hemos podido comprobar en artículos anteriores, la motivación intrínseca es una de las claves para conseguir aquello que nos proponemos y alcanzar nuestras metas. Pero encontrar aquello que nos apasiona, a veces es difícil y más cuando hablamos de niños. Es por ello, que en muchas ocasiones, cuando intentamos motivar a nuestros hijos, primos, hermanos pequeños… utilizamos técnicas de motivación extrínseca, premios, regalos,… que les ayuda a motivarse, pero en poco tiempo vemos como esa motivación va menguando hasta desaparecer. 

Para motivar a los más pequeños de la casa, podemos utilizar otras técnicas que no se basen en el reconocimiento material, y que les impulse a continuar haciendo una determinada tarea, que les ayudará, por otro lado, a descubrir aquello que les motiva de forma intrínseca. 

Para motivar a los más pequeños de la casa, podemos utilizar otras técnicas que no se basen en el reconocimiento material, y que les impulse a continuar haciendo una determinada tarea, que les ayudará, por otro lado, a descubrir aquello que les motiva de forma intrínseca.

1. Marca expectativas adecuadas: 

Las expectativas que tenemos sobre los demás, y sobretodo en relación a los más pequeños, son muy relevantes. Tener unas expectativas muy altas sobre ellos, les hace sentir que nunca es suficiente hagan lo que hagan. Es por ello, que es muy importante que tengamos las expectativas adecuadas sobre ellos, y ¿cómo lo podemos hacer? 

Si el niño no se comunica, debemos aplicar la técnica de la observación. ¿Cómo descubrimos sus intereses a través de la observación? 

  • Prepara diferentes tareas para realizar, con ello conseguirás saber en qué área o con qué actividad se siente más cómodo y en qué área muestra más interés. 
  • Marca pequeños objetivos, aumentando el nivel de dificultad de las tareas (en relación a la edad del niño). 
  • Utiliza la motivación positiva utilizando el lenguaje correcto para motivarlos (vea punto 3).  

Por último, es importante ir revaluando los intereses de los niño a medida que vaya avanzando su edad. Cuando el niño sea capaz de comunicarse es importante que mantengamos conversaciones con ellos en relación a sus intereses y expectativas, en este punto es importante que: 

  • Respetes su opinión al respecto, su opinión es la que más cuenta. 
  • Expliques tu punto de vista, sin olvidar el punto anterior. 
  • Apoyarle y acompañarle es uno de los puntos más importantes para promover la motivación y garantizar que el niño crezca y se desarrolle en un entorno de confianza. 

2. Promueve la fijación de metas propias: 

Tendemos a educar estableciendo metas, y lo más importante es enseñar a los más pequeños a establecer metas propias, ¿Cómo lo conseguimos? 

Aunque los adultos seamos los que llevemos “la voz cantante” a la hora de establecer metas, es importante que los involucremos en este proceso. Reserva un tiempo suficiente para establecer las metas juntos, que ambos podáis dar vuestro punto de vista y que sobretodo entienda la finalidad de la meta. 

¿Cómo establecemos metas? 
  • Anotarlas en un sitio que sea visible, donde el niño tenga acceso y pueda consultarlo cuando lo necesite. 

  • Establecer metas especificas fijadas en un tiempo. Una ejemplo de meta no específica que puede llevar a confusiones puede ser “mejorarás en lengua el próximo trimestre”, esta meta es demasiado ambigua y no establece qué se debe hacer para conseguir el objetivo. La reformulación correcta de esta meta podría ser “estudiaré lengua 20 minutos todos los días durante el próximo trimestre.” 
  • Utiliza la primera persona para establecer metas con el fin de indicar que la responsabilidad es del propio niño. 

3. Utilizemos el lenguaje correcto: 

Estamos acostumbrados a elogiar a los más pequeños y debemos cambiar esa actitud. El elogio le da importancia al resultado obtenido, pero no al proceso para conseguirlo, es mucho más productivo alentar a los niños ya que con ello estamos reconociendo el esfuerzo. Veamos un ejemplo: 

Elogio: «Estoy orgulloso de ti, lo has conseguido.»

Aliento: «Has hecho un gran trabajo, debes de estar muy orgulloso de ti.»

Con el aliento estamos mejorando su autoestima, empiezan a pensar en ellos mismos viendo sus propias capacidades y fortaleciendo su personalidad. Con este cambio de lenguaje fomentamos que los niños disfruten de sus propios méritos y trabajen en mejorar cada día un poco más, por su propia satisfacción. 

Espero que os haya gustado el artículo, si tenéis alguna duda puedes contactar conmigo. ¿De qué os gustaría que habláramos en los siguientes artículos? Podéis dejar vuestra propuesta comentario. 

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